Texto y fotografías: Andrea Gaetano y Henry Rodriguez Ortiz

¿De qué hablamos?

Hablamos de la soledad, de la introspección y del silencio, la obligada reflexión que genera el tránsito. Recorrer uno de los ríos más largos del mundo; desde su nacimiento en Ucayali, Perú, hasta su encuentro con el océano Atlántico en Brasil. Más de cinco embarcaciones distintas. La vida atravesada por el río.
El amazonas engulle en su tiempo al hombre. Lo une al movimiento cósmico, al de la raíz. La contemplación permanente que espera a la nada, que lejos de la resignación es un navegar profundo en los estados de la comprensión. El viaje amazónico.

El proyecto
Nunca abandona el movimiento, a pesar que siempre está en su lugar. El río Amazonas halla su existencia en la ausencia de los elementos que pueden definirlo. Las imágenes de Viaje Amazónico son las manifestaciones de un reino que oculta sus misterios en los grandes silencios del interior humano, evidenciando sus secretos en una respiración, una mirada lejana, el encuentro de la luz y la sombra, lo sagrado y lo pagano. Imágenes que plasman la intimidad de la naturaleza. Aquel instante donde se produce el diálogo de todos los lenguajes y es especial por eso, porque ocurre una vez. Pero cuando ocurre, ocupa todo y dura para siempre.

¿Por qué?
Son pocas las oportunidades de poder unificar en un relato visual, sensaciones personales provenientes de dos miradas distintas. Sin embargo fue ese ejercicio que nos permitió como fotógrafos, advertir las coincidencias en la manera de observar y encontrar que lo fotografiable no tenía que ver con nuestras particularidades, sino más bien, con algo ajeno a nosotros. Una influencia que no le importa ser sutil, ni democrática; la Amazonía se presentaba ante nosotros invisible, como una gran mirada, presente y silenciosa desde lo impenetrable de la selva, que observa todo y está a la espera.
Este ensayo habla de la condición humana en un estado original, donde la existencia recae en el no hacer y donde las personas son porque son, igual que el árbol, la orilla o el río. De eso se trata esta experiencia. No pretende conocer al hombre amazónico y su realidad; propone más bien, conocernos un poco más como seres humanos. El Amazonas solo nos adentra en las profundidades de ese conocimiento.