Texto y fotografías: Cris Veit

Cuatro millones de peruanos, el 12,5% de la población del país, concurre por año a las más de 700 corridas de toros que se llevan a cabo en todo su territorio. Es una tradición de casi 500 años (existe el documento que la primera corrida de toros tuvo lugar en 1560 en Cusco) hondamente arraigada en el país. Y es una tradición familiar: abuelos, padres e hijos disfrutan la emoción de las corridas de toros de todo tipo: las sangrientas, con la muerte de los animales en manos de toreros profesionales y las divertidas, donde payasos desarmados juegan con toros y vacas. Los niños concurren a las corridas de toros desde muy pequeños y sueñan con convertirse en toreros de grandes, manteniendo la tradición andina.

Las “corridas” tienen lugar por lo menos una vez por año en pueblos, ciudades y aldeas, generalmente relacionadas con las fiestas patronales dedicadas al patrono del lugar.

Las celebraciones duran varios días e incluyen misas, procesiones, bandas de música y danzas típicas interpretadas por las “pallas” (grupo de mujeres jóvenes vestidas con disfraces y máscaras), hay comidas colectivas con sopa criolla, cerveza, litros y litros de cerveza tibia.

Los toros de los espectáculos provienen de ranchos ganaderos importantes donde los animales son criados a campo abierto.

Luego de que mueren en la arena son vendidos a carniceros locales. A pesar de la tradición, hay movimientos anti corrida de toros en el país. “Perú Antitaurino”, el movimiento anti corridas, generalmente convoca a protestar y a marchar con el objetivo de pedirle a las autoridades peruanas que erradiquen las corridas de toros.

Pero hasta ahora, la fuerza y el espíritu indomable de los toros de las corridas han emocionado y apasionado a millones de peruanos.

Estas fotos fueron tomadas en julio y septiembre de 2018 en la región de Ancash, en la región norte central de los Andes y en abril 2019 en Ayacucho en el sur central del Perú.