Texto y fotografías: Raúl Vázquez Acevedo
El repique de redoblantes y el pulso firme de los bombos cautivan a los cuerpos que llegan andando las rutas y caminos de pueblos cercanos. Llegan en filas, llegan en masas amorfas y chispeantes. Caen en el trance que se va gestando con el alcohol brindado en fraternal compañía. Comienza el desentierro allá, arriba de los cerros, trepando la ladera. El diablo saldrá unos días y repartirá guiños a su antojo. Llegará a los pueblos entre la música y los bailes, entre la guitarra y el bombo legüero. Se ven ancianos y niños por igual, se proyectan como una imagen en lo alto de una montaña, o el estruendo del viento por el camino de Los Colorados.
El Carnaval de la Quebrada de Humahuaca es puro festejo. Mezcla de la celebración introducida por los españoles durante la conquista de América y los cultos de los pueblos originarios, cuyos rituales están muy vinculados a la tierra o Pachamama.
La serie busca retratar la fusión de este festejo tan esperado por los lugareños y foráneos, con el encanto propio de los pueblos de La Quebrada, su gente y el paisaje, que conservan todavía la identidad precolombina y su milenaria cultura “omaguaca”.