Texto y fotografías: Juan Hoppe
Si pensamos la ciudad como un ser, como un ser viviente con mundos internos desconocidos y en los que, muchas veces, no hay acceso para conocer, el carnaval se presenta como la oportunidad de quebrar esta realidad. Es la posibilidad de recorrer este ser sin miedos ni prohibiciones. Es el momento en que se acepta el término de “la ciudad es nuestra”, y en ella se puede influir con los deseos y excesos de sus habitantes.
El Carnaval de Río es un rito abierto, en el cual el circuito de bloques callejeros que recorren la ciudad parecieran no tener fin. Son las personas las que van decidiendo hacia donde seguir, hacia donde prosigue la vorágine carnavalesca. Un bloque exitoso, con fiesta, diversidad y alegría permite que sus asistentes sean parte de él y que la siguiente decisión que tomen, como ir a otro bloque o caminar por la ciudad, sea un continuo de libertad.
Rio de Janeiro fue la expresión de un momento intenso para Brasil. Las calles sirvieron como caminos de circulación de ideas, donde se mostró una fuerza crítica. Fora Temer fue una constante en la mayoría de los bloques, sin embargo en las calles también se expresaron las razones de por qué existe esta realidad social de desigualdad y crisis política. Niños trabajando en las calles hasta el amanecer, basura, descuido, son también parte de este ser, en el que la fiesta y la violencia se juntan para expresarnos tal y cómo habitamos la ciudad en carnaval, con desconocimiento pero libertad.
*Este trabajo fue realizado entre el 23 de Febrero y el 1 de Marzo en Río de Janeiro, durante una residencia en la Casa Coletiva de Fora do Eixo.